lunes, 12 de julio de 2010

Menos exposiciones y más largas en un año de ahorro

Público
PEIO H. RIAÑO MADRID 05/10/2009 08:00
Presupuestos de Cultura. Dos gestores de las artes plásticas analizan los recortes

La ministra de Cultura Ángeles González-Sinde ha anunciado que el miércoles especificará el desglose de las partidas de su cartera tras el recorte del 11,1% en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado. Explicará por qué reduce en 30% el dinero destinado a Patrimonio Histórico o por qué la danza y el cine se quedan como estaban. Las medidas de ahorro en los tiempos en que la cultura cuenta menos se implantaron hace dos años en las artes plásticas, como reconocen Rocío Gracia y Juan Barja, dos de los agentes culturales más activos de este país.
Juan Barja es el director del Círculo de Bellas Artes, una entidad que recibe un ridículo 20% de subvenciones de su presupuesto anual (ocho millones de euros), reniega de las aglomeraciones en los museos, cree que bastaría con ir a ver una obra maestra, y critica que tenga que ser Hacienda la que arregle las cuentas con agujeros de dos millones de euros de los malos gestores de museos y que no se pidan responsabilidades. Unta en ironía cada pensamiento para ver reaccionar a su interlocutor: "El 90% de las obras del Prado y del Louvre deberían mandarse a un archivo. ¿Alguien cree que todo son obras de arte? La mayor parte de ellas carecen de esa pulsión terrible que debe tener el arte".
Rocío Gracia acepta los envites que lanza Barja y ríe. Ella es parte fundadora de RMS La Asociación, una empresa dedicada a la coordinación y comisariado de exposiciones. Ha pasado por la dirección del departamento de Artes Plásticas de La Casa Encendida y lleva 11 años levantando exposiciones para instituciones de todo el país. Rocío no cree que el recorte será tan serio como parece, porque "las competencias están cedidas en muchos casos". Lo que le parece más grave de todo es la reducción de Patrimonio.

Arte a saldo

El análisis no es alentador cuando hay comunidades que ya eliminaron sus consejerías de Cultura. "Bueno, eso responde a una ideología. En el caso de Madrid el partido que está en el poder es liberal y la cultura no cuenta", señala Gracia.

"Si llegamos a creer que la cultura puede ser un objeto de consumo todo valdrá"

Es optimista ante las noticias, cree que la red de centros de arte que no para de crecer desde hace diez años en España asumirá que se debe trabajar menos: "Antes teníamos que estar produciendo cada mes una exposición. No había tiempo de reflexión. Ahora habrá menos exposiciones, estarán más meses y eso puede ser muy positivo". Rocío asume que habrá otro tipo de estrategias: "El peligro de eso es que se crea que el arte más barato es el de los más jóvenes", explica.
Barja le replica: "Somos actores culturales, lo que hacemos no es gestión cultural, sino intervención cultural" y plantea otras estrategias. "Ya hemos ampliado la duración de las exposiciones, alguna podría haber aguantado seis meses abierta. No hemos disminuido la calidad, sólo la cantidad. Además, hay más complicidad a la hora de llevar exposiciones fuera de España", recuerda que desde hace un par de años cada vez comparte las producciones de proyectos con otras instituciones. Afirma haber conseguido bajar un millón de euros el presupuesto "y se puede". "Disminuyo la frecuencia, pero sigo siendo igual de potente". Rocío confirma que hace años nadie quería coproducir, porque cada centro prentedía ser el primero y el único en enseñar las exposiciones, pero eso ha cambiado.

Más social que industrial

Tanto Barja como ella acuerdan que el arte no se puede considerar una industria, porque entonces habrá que "vender miles de camisetas más y muchos condones" para rentabilizar una exposición o conseguir la aprobación de las inversiones oficiales. Incluso para legitimar presupuestos de más de 700.000 euros para montar noches en blanco. "No es el momento de gastarse ese dineral en algo que no va a dejar nada", señala Rocío. Y Barja: "No hace falta que vengan 300.000 personas a una exposición, ni que se vean 300.000 cosas en una noche".
"Cuando los ministros o programadores utilizan la expresión industria cultural ignoran que fue inventado por Adorno para criticar la industria cultural. Es un término despectivo. La cultura nunca ha sido industrial, en todo caso es aquello en lo que se basa la vida social. Si el Estado sólo justifica la cultura con los beneficios y las pérdidas estamos en un error muy grave", apunta Barja.
Gracia añade que "los museos cada vez hacen más ruido, sobre todo, cuando se les consideran industria, porque si llegamos a creer que la cultura puede ser un objeto de consumo entonces todo valdrá, incluso los condones estampados". "Para la barbarie industrial, la cultura primero debe rendir económicamente y de ahí se llega a la prostitución de los reclamos, algo terrorífico" vuelve Juan Barja airado y templado. "La industria cultural es deleznable porque ni es lo suficientemente industria ni es cultura. Si quieren industria, la de los submarinos nucleares".

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